martes, 22 de febrero de 2011

Identidad oculta, personalidad fútil y juego ecléctico





El de Hondarribia tuvo bemoles de afirmar en rueda de prensa, tras el triste empate a 0 ante el Sporting, que el Valencia tiene definido su juego y que la identidad del equipo es la que le ha llevado a estar terceros en liga con 48 puntos.

El pasado sábado la parroquia ché fue testigo del peor partido de su equipo en lo que va de temporada, un soporífero, anodino, y aburrido encuentro que provocó bostezos a diestro y siniestro, un indignante espectáculo que invitaba a sestear más que a disfrutar de semejante tostonazo infumable.

El Valencia se topó con una tenaz y eficaz muralla rojiblanca, fue incapaz de crear ocasiones de gol durante 80 minutos, con un juego apático y nada atractivo, sin criterio a la hora de mover la pelota, un popurrí de imprecisas ideas que se traduce en algo intangible, que termina por desesperar a los aficionados. El camuflaje resultadista está haciendo su trabajo a la perfección, pero una vez que los resultados no acompañen –algo de esperar tarde o temprano- saldrán a flote las carencias, taras y mediocridad de este Valencia, que si bien está completando una temporada fabulosa en cuanto a números, las positivas estadísticas son inversamente proporcionales al juego desplegado, opinión que comparte una gran mayoría de valencianistas.

Unai, agobiado por tanta crítica, empieza a justificarse –porque las excusas y argumentos se acaban- anteponiendo los resultados y echando mano de los guarismos cosechados por el equipo para salir del brete, sorprendiendo a todos aseverando que el equipo tiene identidad y un juego definido, algo chocarrero y que dista de lo que se ve en el campo partido tras partido. Si tan seguro está de ello, vano trabajo el que ha realizado en estos 2 años y medio, ya que precisamente es lo que se demanda, esa falta de identidad propia, que lo caracterice, cuya personalidad fútil puede ser el reflejo de un entrenador timorato y sin carisma. Si el camino se tuerce en las próximas semanas -en pocos días habrá rivales complicados- será mucho más laborioso reconducirlo teniendo como base esta impersonal manera de jugar, es lo que se atisba y se teme.

Entrando en materia, el vasco ha utilizado 4 sistemas diferentes en 3 partidos, claro síntoma del inconstante método y estilo táctico, siendo infiel a su propia filosofía, enredándose a sí mismo. Un mediocampo con Topal y Tino Costa –nueva Emerada, retrasando a un centrocampista llegador y metiéndolo con calzador en el doble pivote- es sinónimo de quite y brega, pero nula canalización del balón, lo que te lleva a transiciones y juego directo, declinando la oferta de sentido y toque para otro día.

Míster que vino a Valencia con la vitola de estudioso del fútbol y maestro de la estrategia, que pontificaba sobre tácticas de fútbol, con un expediente corto pero llamativo, afable y con muy buenas intenciones, pero que, tras cumplir 100 partidos como entrenador del Valencia CF, se ha convertido en una caricatura de lo que fue e incapaz de convencer a la afición –la directiva también tiene dudas-, cuyo posiblemente único sustento y pilar sea seguir en puestos privilegiados de la liga y vivo en Champions, por lo que a tenor de lo que ocurra de aquí a final de temporada, se irá concretando o no la idea de buscarle recambio el próximo verano.

El fútbol es diversión y emoción –además de sufrimiento-, sentimientos que al público de Mestalla le han sido despojados, el pueblo ché no se identifica con su equipo, no lo reconoce, no le convence, y no hay visos de cambio a corto plazo, ya que el hombre de la batuta continúa encallado en su sempiterna búsqueda por una naturalidad que no llega.

No, señor Emery, para muchos este Valencia no plasma ninguna identidad, su personalidad es insustancial y el juego, por denominarlo así, deja mucho que desear. Exigentes nos apodan...

jueves, 10 de febrero de 2011

Controversia en Mestalla





A pesar de los evidentes buenos resultados que está cosechando el Valencia, permanece el rum rum en la grada, nacen debates sobre las tácticas utilizadas por Emery y crecen las críticas y dudas respecto al juego que despliega el equipo.

Cuartos en Liga -a un paso de la tangible tercera plaza-, en los albores de disputar unos apasionantes y ansiados cuartos de Champions y con una plantilla bastante interesante, que ha sabido sobreponerse a las mediáticas salidas de Villa y Silva. A priori, ingredientes suficientes para tener al respetable ché contento, satisfecho y sin levantar polvareda.

Pero la afición valencianista -no toda, pero sí un amplio sector representativo- no las tiene todas consigo, es así, especial y particular como pocas, exigente hasta el final y no da tregua bajo ningún concepto. El aficionado, testigo de la mutación hacia un juego carente de personalidad y brillantez, lo sabe y así lo expresa, a pesar de la buena racha de su equipo, cuyo subterfugio resultadista mantiene vivo -que no intocable- el proyecto de Unai.

La grada de Mestalla clama, solicita, exige abiertamente un cambio de rumbo en la dinámica de sus jugadores sobre el césped, hastiada de un juego ramplón, antiestético, poco llamativo y agradable al ojo. Son muchos los minutos acumulados donde un fútbol fulgente se echa en falta, únicamente ciertas pinceladas de los que poseen más calidad y el acierto de los de arriba son la válvula de escape de este Valencia, tan impersonal como eficiente, tan desapasionado como hábil.

Para muchos, son las sensaciones que transmite el equipo las que generan cierto recelo sobre su potencial real, que siempre da la de arena y su peor cara ante rivales de peso, las estadísticas en enfrentamientos con equipos punteros son de auténtica pena, fiel reflejo del bajo nivel competitivo. Se está a la espera de ese punto de inflexión que conlleve un giro de 180 grados en cuanto a estilo futbolístico, que vuelva a conquistar a un graderío anheloso de buen fútbol y que la comunión afición-equipo resurja como antaño.

El ronroneo entre valencianistas respecto a la heterodoxa manera de ganar se respira, se siente, es una realidad que se palpa en el ambiente. El club se ha hecho eco y por ello ha lanzado un sensacionalista -y genial- vídeo para el duelo ante el Schalke, que toque la fibra, capte adeptos e invoque a todos para terminar de abarrotar el Camp de Mestalla, en sintonía con el equipo en tan trascendental cita europea -la más importante en lo que va de temporada-. Aplaudo dicha iniciativa, aunque no dudo del compromiso de la afición en estas noches mágicas, donde el sentimiento ché aflora casi por inercia. Esperaremos expectantes...

lunes, 24 de enero de 2011

Unai, tenemos un problema




Palos con gusto no duelen, pero cuidado.

El árbol (resultados) que tapa el bosque (severas deficiencias en defensa y mediocampo) es lo que está salvando a Emery estas últimas jornadas, con goles en las postrimerías del partido y saliendo, además, claramente beneficiado de las decisiones arbitrales.

Nuevo -y sufrido y polémico- triunfo del Valencia en Mestalla, tres puntos más que aseguran seguir la estela del vecino castellonense y afianzarse en puestos Champions, el objetivo primordial del club -y de "nuestra liga"-.

Hasta aquí todo bien, pero no es recomendable ser acomodaticio y conformista y quedarse con el resultadismo puro, hay que dar un paso más, reflexionar, analizar en profundidad y desmenuzar los serios problemas que arrastra el equipo, vicios pasados gestados en la era Emery, una cargante rémora que dificulta el buen hacer de este equipo, que frena el potencial de esta plantilla.

Desde hace mucho tiempo el Valencia ha perdido su seña de identidad, carente de personalidad propia, el aficionado de a pie no relaciona a su equipo con un juego definido, estable, reconocible, no se exige que practique un juego excelso como el actual Barça –que, por cierto, nadie consigue alcanzar-, sino que se determine un estilo que caracterice al equipo, no el vaivén de ideas que se plasman en distintos partidos sobre el césped, el batiburrillo y mezcolanza de conceptos futbolísticos que solo hacen intervenir negativamente en la búsqueda de esa armonía futbolística, de la que adolece este Valencia y echa en falta el respetable ché. Las inexplicables e injustificables pájaras y faltas de concentración, ambición y amor propio de los jugadores por el escudo que portan en sus pechos, a lo largo del partido, es otro de los síntomas eméricos, la falta de carácter del míster -persona timorata y testigo presencial de varias sublevaciones en el vestuario y banquillo- tiene consecuencias en aquéllos, es causa directa de esos sorprendentes decaimientos.

La defensa, tras innumerables variantes y pruebas, sigue siendo permisiva y apocada, las líneas no guardan la distancia de seguridad –los carrileros están haciendo mucho daño, dejando verdaderas autopistas a merced del rival-, no está conjuntada y en sintonía con el centro del campo, se parte con suma fragilidad. Reminiscencias pasadas de aquellas defensas aguerridas, poderosas, auténticos muros casi inexpugnables, vienen a la cabeza, era uno de nuestros puntos fuertes y principales armas, nos conocían –y nos temían- por eso. Cuesta recordar en esta nueva etapa un cuarteto defensivo que realmente nos haya dejado satisfechos, se están cometiendo errores garrafales difíciles de digerir y no acordes a la categoría del VCF, uno tras otro, se repiten de manera sistemática en casi todos los encuentros. Y lo peor, son equívocos subsanables, de los que se corrigen en los entrenos, pero en los que vuelven a incidir semana tras semana. Eso es lo que molesta.

En mediocampo más de lo mismo, salvo que la mejor versión del argentino Banega –que esta temporada ha vuelto a diluirse- coja la batuta y se ponga a dar su particular recital de pases, dando criterio y sentido a la pelota, no hay nadie en la plantilla que sepa organizar el juego, se cae en el infumable juego ramplón de hace unos años –tras el declive de la fantástica e inolvidable pareja de baile Albelda-Baraja-. Personalmente me incomoda sobremanera seguir viendo a Albelda arrastrándose por el campo, cuyo físico ya no acompaña y solamente le sirve para acoplarse a los centrales, retrasando su posición y generando un vacío en la zona ancha del campo. La alternativa natural, Mehmet Topal, es la esperanza de muchos valencianistas en jubilar al de la Pobla Llarga y convertirse en el necesario stopper del equipo. Otro fallo, a mi entender, es la desacertada decisión –nueva emerada- de poner al argentino de Las Flores –Tino Costa- en la demarcación de distribuidor/conductor del juego, cuando es sabido por todos que es un centrocampista ofensivo, llegador, que manifiesta toda su capacidad cuando juega respaldado y escoltado por dos pivotes mediocampistas, liberándolo de estrictas tareas defensivas –aunque también trabaja lo suyo- y concediéndole esos metros de libertad para conexionar con los compañeros atacantes, haciendo uso de su principal herramienta, el potente disparo a media distancia. El esencial problema es la ausencia de Silva, ese jugador que sepa pensar y elegir la mejor opción de pase en los últimos metros, que haga fácil la consecución de jugadas de peligro y canalice de modo eficaz la posesión ofensiva del balón, por tanto, que imprima clarividencia en línea de tres cuartos. La privación de esta vital pieza convierte inexorablemente la propuesta en juego directo y vertical, lo que muchas veces acarrea pérdidas de posesión y, ante equipos potentes, graves desbarajustes tácticos que conllevan a los nada estéticos correcalles.

Si uno ojea la clasificación, estos pequeños matices no le importan demasiado, no se para a evaluarlos -¿Para qué?-, él ve a su equipo ahí arriba y está cómodo, le vale. Otros somos más contestatarios y así lo expresamos, sin tapujos ni paños calientes, porque no nos consideramos resultadistas, sino románticos del balompié.

domingo, 31 de octubre de 2010

[VAL 1-1 ZAR] Más vale "maña" que fuerza





Viene el colista a nuestro feudo, los 2 goles marcados por jugadores zaragocistas, con un jugador más durante la mitad de la 2ª parte, con la sensación de no poder superarles en ningún momento y un empate que sabe a dura derrota y que abre brecha con los 2 imparables de siempre. Es el resumen del pobre partido que hizo el Valencia ayer tarde en Mestalla, con leve pañolada y pitada incluida como colofón.

Unai apostó por un once de plenas garantías  -que dista muy poco del de gala- y más que suficiente para haber ganado el partido ante el farolillo rojo de la Liga. Teoría que se quedó en el tintero desde el minuto 1 ante un mejor plantado Zaragoza, que contrarrestó a los de Unai con suma facilidad e hizo daño desde el pitido inicial, sorprendiendo a todos los presentes en el campo y detrás de la pantalla. Posiblemente ha sido el peor partido oficial del equipo en lo que va de temporada, con un juego ramplón y exageradamente impreciso, nula conexión mediocampo-ataque y sin ideas ni espacios.

Nervios, apatía, falta de compromiso, presión, pensando en el partido de Champions, falta de concentración y/o ambición, excesiva confianza sobre el rival, etcétera, muchas excusas se pueden apropiar al infumable espectáculo que dio el Valencia ante su afición, pero injustificable desde cualquier prisma. Hemos pasado de arquetipo a anti-equipo en apenas 20 días, brillan por su ausencia todas las virtudes que destacamos hace tan solo unas semanas y que le llevaron a liderar la Liga -finalmente fue un espejismo, las reminiscencias del reciente pasado asoman de nuevo por la capital del Turia, sumado a que no tenemos jugadores capaces de ganar un partido por sí solos, como Silva y Villa-. Esta plantilla está confeccionada y pensada para jugar como un EQUIPO, todo lo que desvirtúe ese planteamiento nos distancia de un rendimiento acorde a las exigencias del VCF, y acaban por rezumar las carencias y lagunas de este proyecto, por mucho que queramos desviar la mirada.

Personalmente, y por esta vez, le otorgo mayor cuota de culpa y responsabilidad a los jugadores que a Emery, ya que la alineación inicial conservó la lógica -sin ningún experimento 'Emery style'- y no es criticable bajo ningún concepto -defensa teórica titular, Topal en detrimento de Albelda, Banega en su posición, 2 bandas, Mata y Aduriz-, había de sobra para amarrar los 3 puntos. Mal partido de Miguel, dudas con R. Costa -a mí nunca me ha transmitido confianza plena, lo dije en pleno Septiembre-, versión 'B' del lateral galo, Banega desdibujado, Vicente muy lejos de su ya olvidado mejor nivel, Pablo desacertado y arriba, sin llegar balones claros, se estrellaron contra el muro maño una y otra vez -con un Contini muy duro, al más puro estilo Ayala-. Ni con uno más fueron superiores los chés, estaban como aletargados, colapsados, bloqueados, una falta de clarividencia pasmosa y, como dije, sin ser un equipo, sin identidad.

Al margen de los pitos del respetable ché -los compartas o no-, lo cierto es que llegan encuentros muy comprometidos para el futuro del club en Liga y Champions, y la cantilena del archifamoso "Entrenador vete ya" podría volver a escena antes de lo previsto y deseado por todos los valencianistas -inclusive los antiemeristas- si los resultados no son los esperados. Esta circunstancia, negativa siempre, puede convertirse en un arma de doble filo y terminar de confirmar la crisis que sufre el equipo, por lo que el vuelco puede ser mayúsculo.

Toca esperar la reacción de todos -jugadores y cuerpo técnico-.

jueves, 28 de octubre de 2010

[LOG 0-3 VAL] Bastó con llegar a Crianza para vencer al Tempranillo




Trámite superado, dejando visto para sentencia el pase a 1/8 de Copa.

Resultado aplastante el que sacó el Valencia en Las Gaunas, que sirve de bálsamo para calmar las turbulentas aguas, revueltas tras el fiasco liguero del pasado sábado (Unai i.).

Con un once más apañado, el equipo se adueñó rápidamente del juego, de la posesión y de los tiempos del partido, sin pasar apuros en ningún momento -Moyà un espectador más- e intentando superar a un aguerrido y voluntarioso Logroñés, que presionó lo que pudo y molestó a los nuestros en la circulación de la pelota. Tras una anodina primera parte, muy trabada y con imprecisiones, se abrió la lata con una jugada de pillo; gran saque de banda de Alba (es medio gol, al puro estilo 'Stoke City'), perfecta asistencia de Mata y golito de Aduriz. Una vez subido el 0-1 al marcador se deshizo el compactado equipo riojano, que se vieron afectados por el sorprendente -pero merecido- gol ché y la táctica se resquebrajó de tal manera que su entramado no sirvió para nada. En esos minutos desconcertantes, un doble error -cabezazo en mediocampo y seguidamente el último defensa- provocó una jugada calcada al primer tanto, pase de Mata y Aduriz perforando las mallas. Por último, una simple presión al portero conllevó recuperar un balón, posterior buena jugada de Joaquín y, tras rechace del portero, Vicente desde fuera del área enchufaba con su derecha la sentencia del encuentro.

Los de Unai, a medio gas y sin desgastarse en exceso, golearon y a pensar en el partido del sábado ante un necesitado Zaragoza. Pero quedó claro que, de momento, no se desprecia esta competición.