martes, 4 de noviembre de 2014

#LodeHoy 5hkolta Mustafi


A sus engañosos 22 años, el germano barbón puede sacar pecho, amén de alzar la Copa del Mundo, por haber completado un rodaje transnacional por las jurisdicciones balompédicas más reconocidas del viejo continente. Como un Erasmus futbolístico.

Aun siendo un completo desconocido para los no parabólicos -la nueva burbuja futbolera-, incluso en su país natal, Mustafi sí dejó rastro estadístico en su última temporada con la Sampdoria: defensa que más balones interceptó y más veces abortó jugada del último atacante rival de toda la Serie A, siendo además de los que más pugnas aéreas ganó. Central fuerte, más funcional en estático y zaga retrasada y arropada que adelantada y con espacios, provisto de un juego de pies limitado, resuelve sin complicaciones ni remilgos cada una de sus intervenciones, a veces despistado en la marca. Al lado del gran jefe Otamendi, y con el solidario Fuego cosiendo rotos, el campeón del mundo se siente suficientemente seguro para exteriorizar su solvente y sobrio perfil, como guardián invisible. El entramado defensivo nunista se va asentando y cogiendo color conforme pasan las jornadas, divisándose pautas sistemáticas que están poniendo nombre y apellidos a la identidad del conjunto.

Sus sorprendentes 3 tantos en 6 partidos le sitúan, cual Richy Costa, en la tabla de máximos anotadores del equipo, cuando en toda su carrera profesional logró sumar un total de 2 en una temporada, a los 18 años. En el heterogéneo reparto goleador del nuevo Valencia, disponer de un defensa con esa gracia es un regalo, sirve de desatascador ante desventuras atacantes, obligando al contrario a estar alerta a balón parado y desproteger otras vías de entrada. Otra muesca para Nuno en su futura estrategia. Aparejado a la cegadora vitola mundialista, comienza a andar sin patines y justificar el precio pagado y buen ojo de Rufo y la secretaría técnica. Mustafi, un shkolta clásico para una remembranza defensiva de nuevo cuño.

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