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A un
partidazo de abrochar el primer tercio de la competición doméstica, es
indefectible hacer un escueto balance del plantel. Entre las numerosas aristas
a examinar, hay una que descuella del resto; el mediocampo. Y es ahí donde aficionados,
periodistas y hasta dirigentes del club se ensartan por el camino con discursos
sintonizados, desembocando en una ulterior duda sobre la parva participación de
hombres como Filipe Augusto y Bruno Zuculini. Los cuales, tras el martilleo del
técnico, se están convirtiendo en excedente precisamente en zona apurada.
Paradójico. O no.
En mi incorregible manía por indagar en busca de respuestas
lo más congruentes posibles, uno ha repasado superficialmente la trayectoria de
Nuno en Rio Ave, amén de consultar a consumidores de la Primeira Liga. El resultado es
que, durante su periplo bienal, el míster luso optó indistintamente por las
disposiciones 4-3-3 y 4-4-2 (esta última con múltiples variantes en sus cuatro
piezas ofensivas), con predominio del 4-3-3 en su primer año y del 4-4-2 en su
segundo y último, pudiendo determinarse eso sí, por citas importantes y mejor
empaque logrado, que su dibujo predilecto acabó siendo el 4-4-2. En este, el centro
del campo se compuso de un doble pivote con jugadores de corte análogo (presión,
intensidad y jugando en línea), con patrón de juego interiorizado (aguante, robo
y apertura rápida a bandas para iniciar contragolpe), aunque sus capacidades
individuales terminaran por diferenciarlos sobre el verde. Pero tácticamente, mediocentros
mixtos no posicionales.
En sus primeras ruedas de prensa, así como en una entrevista a los
pocos días de su llegada, Nuno no tuvo reparos en desvelar su idea primaria de
un centro del campo provisto de dos efectivos, un eje simbionte capaz de
cumplir en tareas defensivas, ofensivas y de creación. “Dos ochos”, deslizaba. Si bien, nunca cerrándose a
flexibilizaciones futuras acordes a las condiciones de los jugadores en nómina
que estaba reconociendo. En esa tesitura, mano a mano con el mánager general
deportivo -Rufete- habrían convenido la búsqueda de dos refuerzos dotados de ese rasgo (ya que insistió que quería 5 centrocampistas y contaba con Fuego, Parejo y
André) entre la cartera de futuribles que manejaba la secretaría técnica. Ahí
entraría de lleno el objetivo número uno, Enzo Pérez -que ya copaba la agenda
desde hacía un tiempo-, y una serie de centrocampistas entre los que se colaron
el argentino Zuculini, del gusto de la dirección deportiva y espiado meses
atrás, y el brasileño Filipe Augusto, un desconocido cuyo valedor principal era
el propio técnico.
Edward Zurga Livepic |
Cerrada la cesión del citizen,
tras el frustrado fichaje de Enzo y agotando hasta el último minuto del mercado
estival, llegó la tercerísima opción Filipe -aunque no por ello inopinada-,
completando el requerido quinteto mediocampista con dos jugadores del perfil táctico
que Nuno tuvo a sus órdenes en su etapa vilacondense. Algo que los mismos
protagonistas se encargaron de confirmar en sus respectivas presentaciones, en quienes cohabitan un 6 y un 8 .
Y llegó el momento en el que el entrenador, una vez
radiografiado su grupo, se decantaba por un esquema bien conocido por él como
el 4-3-3, seleccionando a tres componentes de rol definido -y distinto de los
arriba mencionados- para la medular (pivote posicional defensivo, organizador y
centrocampista ofensivo), haciendo del manido Fuego-Parejo-André su trivote de
cabecera, peana innegociable, hasta el momento el más equilibrado y mejor intérprete
de la partitura nunista. La ventana
que se abrió con la importuna lesión del capitán, cerrada a canto por Nuno, dio
una palada más al ostracismo de Filipe Augusto y Zuculini, dos imberbes a los
que se les veda el código promocional por incomparecencia competitiva y, quizá, por precepto incompatible. Al final ni para un rato, ni para un roto.
En resumen, podría hablarse que en la ruta exploradora del
renovado proyecto se toparon fantasías conceptuales con realidades aplastantes,
que preconizaron el viraje sobre la marcha, aunque el liocampista hubiera pasado ya por el peaje confeccionador.
Así concluye este ladrillo-churro, que no deja de ser una
simple hipótesis sin pretensión alguna, que ha acabado por hacerme la picha un
lío. Ahora que lo pienso, no debería haber profundizado tanto, desechando la vía simplista recogida
en 140 caracteres, un tuit, que es más trendy: “A Filipe Augusto, parche de Enzo, de momento le
queda grande el traje, y Bruno Zuculini no juega por deméritos entresemanales en Paterna”. Manías que tiene uno...