El de Hondarribia tuvo bemoles de afirmar en rueda de prensa, tras el triste empate a 0 ante el Sporting, que el Valencia tiene definido su juego y que la identidad del equipo es la que le ha llevado a estar terceros en liga con 48 puntos.
El pasado sábado la parroquia ché fue testigo del peor partido de su equipo en lo que va de temporada, un soporífero, anodino, y aburrido encuentro que provocó bostezos a diestro y siniestro, un indignante espectáculo que invitaba a sestear más que a disfrutar de semejante tostonazo infumable.
El Valencia se topó con una tenaz y eficaz muralla rojiblanca, fue incapaz de crear ocasiones de gol durante 80 minutos, con un juego apático y nada atractivo, sin criterio a la hora de mover la pelota, un popurrí de imprecisas ideas que se traduce en algo intangible, que termina por desesperar a los aficionados. El camuflaje resultadista está haciendo su trabajo a la perfección, pero una vez que los resultados no acompañen –algo de esperar tarde o temprano- saldrán a flote las carencias, taras y mediocridad de este Valencia, que si bien está completando una temporada fabulosa en cuanto a números, las positivas estadísticas son inversamente proporcionales al juego desplegado, opinión que comparte una gran mayoría de valencianistas.
Unai, agobiado por tanta crítica, empieza a justificarse –porque las excusas y argumentos se acaban- anteponiendo los resultados y echando mano de los guarismos cosechados por el equipo para salir del brete, sorprendiendo a todos aseverando que el equipo tiene identidad y un juego definido, algo chocarrero y que dista de lo que se ve en el campo partido tras partido. Si tan seguro está de ello, vano trabajo el que ha realizado en estos 2 años y medio, ya que precisamente es lo que se demanda, esa falta de identidad propia, que lo caracterice, cuya personalidad fútil puede ser el reflejo de un entrenador timorato y sin carisma. Si el camino se tuerce en las próximas semanas -en pocos días habrá rivales complicados- será mucho más laborioso reconducirlo teniendo como base esta impersonal manera de jugar, es lo que se atisba y se teme.
Entrando en materia, el vasco ha utilizado 4 sistemas diferentes en 3 partidos, claro síntoma del inconstante método y estilo táctico, siendo infiel a su propia filosofía, enredándose a sí mismo. Un mediocampo con Topal y Tino Costa –nueva Emerada, retrasando a un centrocampista llegador y metiéndolo con calzador en el doble pivote- es sinónimo de quite y brega, pero nula canalización del balón, lo que te lleva a transiciones y juego directo, declinando la oferta de sentido y toque para otro día.
Míster que vino a Valencia con la vitola de estudioso del fútbol y maestro de la estrategia, que pontificaba sobre tácticas de fútbol, con un expediente corto pero llamativo, afable y con muy buenas intenciones, pero que, tras cumplir 100 partidos como entrenador del Valencia CF, se ha convertido en una caricatura de lo que fue e incapaz de convencer a la afición –la directiva también tiene dudas-, cuyo posiblemente único sustento y pilar sea seguir en puestos privilegiados de la liga y vivo en Champions, por lo que a tenor de lo que ocurra de aquí a final de temporada, se irá concretando o no la idea de buscarle recambio el próximo verano.
El fútbol es diversión y emoción –además de sufrimiento-, sentimientos que al público de Mestalla le han sido despojados, el pueblo ché no se identifica con su equipo, no lo reconoce, no le convence, y no hay visos de cambio a corto plazo, ya que el hombre de la batuta continúa encallado en su sempiterna búsqueda por una naturalidad que no llega.
No, señor Emery, para muchos este Valencia no plasma ninguna identidad, su personalidad es insustancial y el juego, por denominarlo así, deja mucho que desear. Exigentes nos apodan...
3 comentarios:
Bien expuesto. Me temo que en menos de un mes sabremos si definitivamente renueva o no. Ya que dependiendo del pase de Champions y de hacer algo bueno en la próxima tanda de rivales fuertes se apostará por mantenerlo o no.
Lo normal sería que no, pero con esta directiva a poco que se mantenga tercero y pase a cuartos tendrán serias dudas en buscarle recambio.
Gran artículo. El partido del otro día no fue el peor de la temporada, que ya es decir, pero sí fue todo lo demás, un totstonazo.
Si Unai se empieza a parapetar tras los números cuando sabemos cómo se han sacado adelante muchos partidos, es porque se está quedando sin argumentos convincentes. Sí, vamos terceros, los primeros de la morralla.
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