Resultado;
materia sustancial y objetiva que absorbe, acapara y determina de modo
inexorable el grueso de nuestro juicio final.
Sensación;
materia abstracta y subjetiva que hace confluir sentimiento y satisfacción en
la misma arista.
Ambas,
materias suplementarias para lograr atestar el fin cardinal de toda disciplina
deportiva de élite, deben cohabitar en el mismo círculo para elaborar el cordón
sanitario necesario en todo proyecto nuevo, que merme la hostilidad proveniente
del desencanto y desasosiego que desprende un equipo todavía sin acuñar, por
encontrarse.
El
Valencia pellegrinista, el que
Mauricio nos transmite a través de su elocuente oratoria, cuyo sello pretende materializar,
apenas se ha manifestado en estos primeros compases de una temporada que se
antoja complicada. Conforme avanzan los partidos se difumina ese halo de
esperanza argentina, los negativos guarismos cosechados pesan como una gravosa
losa y engullen poco a poco la porción de entusiasmo generada a raíz del cambio,
del solicitado punto y final a la era emérica.
La cual, inexactamente a mi humilde modo de ver, están sacando a flote con el
palmarés resultadista del míster
vasco.
Ante
la incierta y precaria situación que atraviesa la entidad valencianista y el panorama
deportivo del equipo, únicamente las victorias -sin concesión alguna- serán el
antibiótico para aplacar el incipiente clima pesimista que irriga a una ya de
por sí exigente, irritable e inconformista parroquia che. Se ha adelantado de
manera excesivamente comprometida la valoración del espigado técnico de Leones,
puesto que cada jornada, cada jugada y cada minuto es escudriñado al milímetro,
al mínimo detalle, dejando sin escapatoria y sin apenas margen a la obligada fase
de aclimatación, rodaje y encaje de las piezas de un motor con exiguo
kilometraje. Pero, como es sabido por todos, en la plaza de la Avenida de Suecia no hay
tiempos muertos, se abolió la indulgencia por faltas de actitud, derroche y
amor propio por el escudo que portan en sus zamarras blanquinegras.
Por
todo ello, y por la brecha que se ha abierto respecto a la zona noble de la tabla,
el ‘Flaco’ y sus soldados están en la suma obligación de revertir
inmediatamente esta decadente trayectoria, un torniquete a la usanza,
interpretar la trabajada pizarra y transcribirla sobre el césped bajo el marco
de un sistema con alma, con cuerpo, con personalidad, asignatura colgante desde
la época dorada, ese grandioso y a la vez dañino -no malinterpretar- periodo que
mantiene encallado al valencianismo más purista.
Desambiguar
el indefinido trance, próxima parada del Valencia de Pellegrino. Que nadie se
baje aún.
1 comentario:
Yo no me bajo aún, sigo esperando ver la reacción del equipo y poco a poco intento buscar ese cambio en el juego y en la actitud de los futbolistas. Es necesario sacar resultados ya, pero sobretodo mejorar la sensación que nos transmita cada partido.
Veremos si la vuelta de lesionados va surgiendo efecto y Pellegrino puede respirar un poco más tranquilo.
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