lunes, 22 de septiembre de 2014

#LodeHoy Calienta que sales


Tras la abstinencia, se viene atracón liguero en apenas 7 días. La coyuntura es idónea para que Nuno deje entrever sus cartas y afile sus armas ante situaciones más complejas (y veremos si adversas).

Y no menos importante, la mano izquierda a aplicar en el manejo de vestuario y optimización de recursos del plantel, lo que reflecta directamente en facetas subyacentes como cohesión de grupo y egos atados en corto. Aunque nos parezcan cuestiones accesorias, de segunda fila, son herramientas coercitivas de dispersión y desconcentración. Granos a sumar en la montaña de la competitividad.

Y cómo no, muchas ganas por ver a los nuevos fichajes en acción, jugándose los cuartos. El aconsejable reparto de piernas obligará a Espírito Santo a introducir nuevas piezas en su primer once tipo. Ahí podremos empezar a valorar el potencial y profundidad del fondo de armario, lo que a la larga te proporciona esa gasolina extra cuando otros se quedan tirados. El palo -ver la competición del viejo continente por televisión- hay que hacerlo virtud para no perder de vista el horizonte del objetivo natural; que resuene el Zadok the Priest en el remozado Camp de Mestalla.

viernes, 19 de septiembre de 2014

#LodeHoy Furia de titanes


Y tras la bomba Negredo, la bomba de la venta. Again. El pasado 14 de agosto pasamos página del tortuoso proceso, ya era ese libro leído y releído que calzaba la mesa imperfecta. Pero cuando más felices nos las prometíamos, nuevo zarpazo que interrumpe el leitmotiv futbolero del sufrido valencianista, poniendo 11.000 kilómetros de por medio entre los negociantes. Otro punto y aparte, otro envite más de la partida, otra agitación del avispero social.

La entidad bancaria ha encomendado vestir y vender unas exigencias -no sé si existentes o sacadas de la chistera- de apócrifa defensa del club. Cierto es que ojeando los manidos criterios de valoración de Fundación y Valencia CF, casan con los hitos de algunos de los puntos en discordia, que a la postre van en beneficio de la sostenibilidad de la entidad. Irrefutable. Pero recordemos que el 6 de junio, comunicado oficial mediante, Bankia dio luz verde al plan de reestructuración de la deuda, así como al plan de negocio consistente y creíble por parte de Meriton Holdings. Ahora, al parecer, no se lo cree y pretende entreverar en dicho plan aprobado una serie de férreos requerimientos -unos lógicos desde la barrera no contaminada y otros de acción interventora desmedida- para amarrar más aún si cabe sus intereses, legítimos, que no son otros que cobrar lo debido.

Y enfrente, en una atmósfera adusta, un tiburón de los negocios y operaciones internacionales, que no se arruga un milímetro y seguirá apretando lo máximo posible para estrangular las condiciones que desde su prisma entiende que son impositivas y no favorecen el quehacer de su empresa. Y así andan, de intercambio de golpes financieros hasta el final round. No creo que peligre, a estas alturas de la película, lo que está destinado a una transacción entre simbiontes. Bankia quiere -y necesita- vender, y Meriton comprar. Solo es otro capítulo más del terrorífico serial. Y la casa sin barrer.

jueves, 18 de septiembre de 2014

#LodeHoy A vueltas con Vezo


En la rueda de prensa de ayer, y en su consiguiente debate, se pusieron de manifiesto las dudas que sobrevuelan al joven central luso. La edad e inexperiencia en terreno élite está siendo el argumento de peso donde alojar y dar pábulo a este rizar el rizo, a mi juicio, superfluo y artificioso.

Esta cuestión, que surge esencialmente por la inquebrantable necesidad de rellenar el hueco de competición europea, condimento rutinario del aficionado, toma un cariz tendencioso cuando del análisis futbolístico imparcial se pasa al capricho futbolero. Todos nos hacemos encima por ver sobre el verde al único campeón del mundo que tenemos, también al olvidado Orban, pero dejemos que las circunstancias fluyan y surja, por sí sola, esa sazón que aconseje el cambio en el eje de la zaga que bien comanda Otamendi.

Bastantes etiquetas arrastra ya en su neófita mochila desde que llegó el internacional portugués, como para verter más nubarrones. Está creciendo y evolucionando, acompasado de un rendimiento notable y sin desaprovechar la confianza que le está otorgando Nuno. Cuando falle estrepitosamente, que lo hará, ya tendremos salvoconducto para soltar la piedra y atizarle como es debido. El debate -estéril- de quién lo fichó, y a través de quién aterrizó aquí, lo dejo para los medallistas de los medios.

lunes, 28 de julio de 2014

Revisen su criterio axiológico


Hartazgo máximo. Mente entumecida por un proceso inenarrable que está sacando lo peor de nuestras entrañas, ese subconsciente camorrista que yacía latente en el sótano-C de las vergüenzas de todo ser humano.

240 días han pasado ya, rellenados con un bombardeo incesante de filípicas partidistas, cruce de informaciones fabricadas, solapadas e intencionales, que denotaban el parcialismo mediático que reina en toda batalla de poder. Tal ha sido el nivel de tesón y tensión empleados que han convertido el patio social en terreno impracticable, en un campo de minas de principios del siglo pasado, prevaleciendo la triste disyuntiva 'estás conmigo o contra mí', el blanco o negro, desechando directamente o recelando de la escala de grises de la paleta opinadora. Como si alguno de ellos poseyera el cetro de la verdad absoluta. No razonan, pontifican. No dudan, sentencian. No debaten, censuran. No preguntan, etiquetan. Y a veces, no responden, insultan. Insoportable para los coherentes disidentes de corrientes instauradas a martillo y cincel, siendo pasto del dedo acusador, cual Santa Inquisición.

Se ha propagado tanto la afinidad (que ya desarrollé aquí) de los aficionados con cierto entorno mediático, que la mímesis de su jerigonza es el pan de cada día, expresándose a través de un alfabeto exclusivo y paralelo al ordinario, como cautivos metidos en cintura. Se recitan las mismas palabras, razonamientos y delaciones de aquellos a los que consideran distinguidos, en una anacrónica liturgia del esnobismo más recalcitrante.

La prensa -voceros incluidos- ha coadyuvado con su tono, con su léxico, con su virulencia teledirigida, en definitiva con sus artes comunicativas, a establecer una atmósfera creciente de enfrentamiento áspero e iracundo de no retorno, donde el mentidero valencianista -que debiera ser un foro de intercambio cívico de pareceres dispares- ha virado a coso romano de gladiadores ataviados con la misma casaca. Antropofagia che. El valencianismo como tal está siendo la víctima civil de esta puta guerra de intereses, incentivando la subdivisión en facciones de no sé qué abanderamientos, cursando un proselitismo de bajos fondos, fragmentando la que siempre ha de ser la mayor fuerza de una entidad deportiva, su afición. Y lo hacen a sabiendas del efecto que producen, convencidos de ser primorosos informadores y que su modus operandi no defeca en la deontología profesional que avala la dignidad de su oficio. Se ha traspasado la línea de buenas prácticas, es el 'vale tudo' de egos periodísticos, el querer acaparar el clamor popular, el sumar satélites a destajo, el "yo la tengo más larga", como si ellos fueran los actores principales y no las noticias de las que se sustentan. «Cuando el informador se cree más importante que la información que da, deja de ser un buen informador para convertirse en un ambicioso comunicador». Afán de protagonismo, que si no se diagnostica y medica a tiempo, suele acabar engullendo al profesional.

Hemos sido testigos de infames piques y rencillas personales públicamente -hacerlo en cualquier red social o programa de radio/TV lo es-, cuando ello corresponde hacerlo en la trastienda, como hombre que se viste por los pies, y no dominados por un comportamiento infantiloide, a mi parecer. Es parte de la inmundicia que hemos tenido que soportar, el basureo del gremio. Gritos, descalificaciones, directas malsonantes, indirectas malignas entre corrillos de cobardes jijí-jajá, lo que viene siendo una conducta arrabalera de dudosa moralidad. Si bien, ésta parecer ser que gusta y cala en parte de esa minoría estrepitosa, codiciosa de carnaza de esta calaña. Para mí, es el reflejo de los principios que tallan a una persona y la dermis de sus ideales.

Allá cada uno con su estilo, pero que sepan que no son paradigma de lecciones morales, y podrían mirarse al ombligo de uvas a peras en lugar de posar para la cámara que saca el primer plano. Una vez se consume la venta del Valencia -que se alcanzará en los despachos, y no en la calle, pese al humo campeador-, es altamente aconsejable una introspección profunda y visita al taller para subsanar las averías de su código axiológico, que está a punto de gripar su imagen. Si es algo que figura o quieren injerir en su escala de valores, claro. Suerte.

domingo, 8 de junio de 2014

Una global para un mejor GloVal



Seis meses después de aquella contraprogramación sentenciadora, y con un valencianismo algo deshilachado, fumata blanquinegra.

Como rezaba aquel comunicado de la Fundación VCF, en el que se publicaron las bases definitivas del proceso de venta; “elegido por el Patronato de la Fundació VCF el mejor proyecto deportivo, social y económico para todas las partes, es ahora, y no el pasado 17 de mayo, cuando la mejor propuesta para Valencia y Fundación -para el IVF de la Generalitat le era indiferente, ya que todas cumplían su objetivo de reintegrar la cantidad del aval-  lo es también para Bankia, tras el comunicado de anteayer y su próxima rúbrica.

Bankia nunca ha ido de la mano del Valencia. En ningún momento. El sofisma más vasto jamás acentuado durante este tortuoso periodo de parcialismos, formulismos y verdades solapadas. Y no es achacable bajo ningún concepto, porque ellos actúan, como no puede ser de otra manera, motivados por su propio interés, el de una empresa impertérrita y huérfana de sentimentalismos, cuyo fin ulterior es sacar el máximo rédito posible. Lo que sí es censurable es haber articulado tal soflama sin recato alguno, y perpetuarla con la desfachatez del que te endosa unas preferentes paradisíacas, mientras ha coqueteado con sus amigachos y camaradas -los de siempre-, para sacar tajada a costa del club que, voluntariamente, ondea sus colores. Abominable compadreo chanchullero esgrimido desde un farisaico abanderamiento.

Movimiento que ha contado en filas con parte de los principales poderes fácticos embaucadores de la ciudad, intentando catequizar a una masa valencianista irresoluta y temerosa. Ese proselitismo de algunos -que también tuvo su yang rival- se ha dado de bruces con un perfil de aficionado más analítico, reflexivo, independiente y suspicaz que otrora, capaz de abstraerse del ruido, tejer su propio cordón sanitario y no perder la perspectiva pese al martilleo diario. Da un cociente de sujetos inconformistas con mentes impermeables que no han podido echar a su buchaca de dudosa causa. Batalla perdida.

«Préstamo es aquella deuda contraída entre solicitante y dador donde siempre ganan los bancos». Es ahí donde el acreedor se ha visto favorito, dominando el partido cual Pep Team, estirando el toma y daca hasta cansar al rival y matarlo con la misma receta -endulzada con interesada indulgencia- que le ha ido reportando beneficios y posicionamiento tiempo atrás, como ese jugador del Monopoly que se hace con el Paseo de La Castellana y Del Prado y lo infesta de hoteles rojos.

“El mal menor” (sic), definición que el día de autos uno de los patronos hizo en referencia a la propuesta de Meriton, es una frase que encerraba muchas cosas, connotaciones que ahora se corporeizan conforme se van conociendo datos y detalles del pacto definitivo. Siendo esta una oferta que dista de la proclama arrancaplausos de Salvo aquel célebre 10 de diciembre, en el que aseveró pletórico: “Si el Valencia se vende será a alguien que invierta 250 millones, limpie la deuda y apueste por el club” (como demostrado comunicador de éxito, peca de bocachanclismo  efectista y exigua circunspección, su talón de Aquiles escénico), la empresa del singapurense es el oferente de los 4 finalistas que circundaba en clave futbolera, a la postre nuestro idioma más universal. Al igual que antes de la votación del Patronato, sigo sin tener certeza de cuál era la mejor oferta global, al margen del informe de PwC, el cual sí posicionó a la electa como la superior al resto. Pero ya da igual, me quedo con el buen sabor de boca de un nuevo propietario futbolero -y no presunto especulador inmobiliario-, que deja atrás el pasado casposo de la entidad nonagenaria y dará continuidad y alas al ambicioso proyecto GloVal, cuyo ideario y metas marcadas siempre me han parecido sugestivas.

A contracorriente, no comulgo con el, por desgracia, ya habitual proceder de una pequeña facción del valencianismo, que está coadyuvando a coartar la libertad de expresión, atizando a discreción y tildando de mal profesional a todo aquel periodista cuya opinión -no información o infopinión- no ensarte con la suya o con lo que les gustaría leer/oír, haciéndolo además de manera sistemática, grupal y, a veces -las menos-, con talante canallesco. De muy mal gusto. Ídem contra aficionados, accionistas y socios, esta vez de anti. No se puede reivindicar unidad apócrifamente cuando no se respeta siquiera otro prisma de las cosas. Aquello de predicar con el ejemplo. Exceptuando a algún interesado, que lo hay, existen valencianistas de bien que, recelosos y menos estrepitosos, se siguen preguntando cosas, sin necesidad de ser pro Salvo, y escudriñan y deliberan sin atadura de ningún tipo todo lo concerniente al equipo de sus amores. Eso también es hacer valencianismo, puesto que una afición crítica es una afición despierta. Con matices, claro.

Divulgadas, no oficialmente, las condiciones finales de la deuda refinanciada, no chirría drásticamente con lo esperado, puesto que si uno se va a los requisitos de la carta enviada a los inversores postulantes, hacía referencia palmaria a la liquidación de la deuda de la Fundación VCF y a la reestructuración de la del club, que es tal y como ha quedado configurada la oferta de Meriton. El problema, recurrente, es el mensaje inexacto, impreciso y anfibológico que se ha transmitido -y desvirtuado entre vítores-, esencialmente desde la parte actora de los entes valencianistas, la doble A, y consiguientemente desde la prensa. Uno no es responsable directo de las interpretaciones y conjeturas que se formen los receptores, sí esclavo de las palabras que muestran puertas y ventanas que luego no se abren.

Dicho todo esto, el Valencia está ante una oportunidad magnífica para desbloquear su presente y trazar un futuro esperanzador, radicalmente opuesto a estos años de sinsabores, cinturones constringentes y conformicracia transitiva. Es hora de acabar esa última hoja de un tomo mediocre y comenzar otro, que sin necesidad de ponerle título ya, a buen recaudo será diferente. Ansia viva por devorar un libro que muchos lectores contemplábamos en secciones ajenas restringidas.

Quiero creer en Peter Lim. No me quite la ilusión. O al menos, déjeme pegarme la hostia con esto dentro. Que ya tocaba.