En la rueda de prensa de ayer, y en su consiguiente
debate, se pusieron de manifiesto las dudas que sobrevuelan al joven central
luso. La edad e inexperiencia en terreno élite está siendo el argumento de peso
donde alojar y dar pábulo a este rizar el rizo, a mi juicio, superfluo y
artificioso.
Esta cuestión, que surge esencialmente por la inquebrantable
necesidad de rellenar el hueco de competición europea, condimento
rutinario del aficionado, toma un cariz tendencioso cuando del análisis
futbolístico imparcial se pasa al capricho futbolero. Todos nos hacemos encima
por ver sobre el verde al único campeón del mundo que tenemos, también al
olvidado Orban, pero dejemos que las circunstancias fluyan y surja, por sí
sola, esa sazón que aconseje el cambio en el eje de la zaga que bien comanda
Otamendi.
Bastantes etiquetas
arrastra ya en su neófita mochila desde que llegó el internacional portugués, como
para verter más nubarrones. Está creciendo y evolucionando, acompasado de un
rendimiento notable y sin desaprovechar la confianza que le está otorgando Nuno. Cuando
falle estrepitosamente, que lo hará, ya tendremos salvoconducto para soltar la piedra y atizarle
como es debido. El debate -estéril- de quién lo fichó, y a través de quién aterrizó
aquí, lo dejo para los medallistas de los medios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario