Llegó la visita incómoda, con regusto acre, como colofón
a la voraginosa semana liguera. Enfrente un rival compactado, con buenos
mimbres y 4 pírricos puntos oprimiendo. Nosotros, libido fuera de la
órbita y la suerte de cara, con mismo once base y calcomanía centrocampista.
Regla de lo que funciona no se toca, a una carta.
Y sí, fuimos inferiores en términos generales en feudo
aciago, desvistieron el manto luciente, como simple y sano recordatorio que
somos mortales, vulnerables, terrenales. Si se delimitan las causas y se
extraen lecturas atinadas, este positivo empate -te mantiene en el blanco- servirá
para aprender a sufrir, apretando las carnes. El encofrado necesario para seguir fortificando con argamasa competitiva, esa que nos ha regalado una
sonrisa orgullosa antes de la cábala más optimista.
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