Tras la exclusiva, detallada y aclaratoria noticia sobre la ampliación de capital que estudia y planea la directiva valencianista y que se cuece en estos momentos, publicada por nuestro querido compañero Paco García en elValencianista.com, podríamos estar ante el comienzo de una nueva y esperanzadora etapa, se abre una posibilidad real de deshacernos de Juan Soler, 'el inepto', de una vez por todas, de desbancarle de su inamovible trono, de aspirar a que otra/s persona/s invierta/n en el club, a través de la compra de acciones, y renueve la directiva, emprenda un nuevo y ambicioso proyecto institucional, deportivo y económico (necesario a día de hoy) y que vuelva a ilusionar a la quemada afición ché.
Ya está bien que el Sr. Soler se ría en nuestra cara otra vez más, su fallida etapa como presidente del Valencia CF pasó a mejor vida, está muerta, acabó hace tiempo, basta ya que este impresentable, desconocedor absoluto del balompié, siga como dueño de uno de los clubes de fútbol más importantes y prestigiosos en España y Europa, basta ya que continúe jugando con su heredada fortuna a costa del inexorable martirio de los socios, aficionados y simpatizantes, no aguantamos más a este tormentoso presidente. Es un inútil con un buen puñado de millones, nada más...
Vino como el César del Valencia, regodeándose y prometiendo títulos por doquier (como si fuera tan fácil, eh Juan!), saliendo en todas las portadas, haciéndose el protagonista en cada intervención de los medios (parece que él había inventado el fútbol), engrandeciendo más de la cuenta a nuestro Valencia, vendiendo humo a todos, poniéndolos encima de la mesa (eso sí) y nos convenció a todos, repito, a todos (no me creo que cuando aterrizó en el VCF a finales de 2004 alguien dijera que iba a salir tan rana como ha salido). Se le dio su correspondiente oportunidad para demostrar y llevar a cabo, como Presidente, todo este castillo de arena.
Poco a poco nos fuimos dando cuenta que lo suyo no era el fútbol, no tenía ni pajolera idea, ha cometido un sinfín de despropósitos, errores, demasiados cambios en la directiva y parcela deportiva, incontables decisiones indebidas y desacertadas, continuos chascos y fracasos del equipo, todo ello sumado a una catastrófica dirección financiera, la cual ha concluido en un estado de ruina alarmante y galopante. Nos encontramos en tal situación que la lejana, temida y archiconocida Ley Concursal empieza a asomar por la maltrecha ladera ché, somos el hazmerreír de la prensa, radio y televisión, un equipo sin rumbo ni destino, que divaga exánime hasta encallar en la primera medida crítica, de peso.
La entidad ha perdido su seña de identidad, hemos tirado por la borda el sacrificado caché que tanto nos costó conseguir, tanto en Europa como en España, y para colmo una de las soluciones inevitables, a día de hoy por lo menos, es la venta de las estrellas y mejores jugadores de la actual plantilla, cuyos beneficios además no irán destinados a recomponer dichas bajas, no, sólo aspiramos a jugadores de medio pelo (con todos mis respetos hacia éstos), economía de guerra aplicada al máximo y mareante vaivén en las altas esferas del club, círculo cambiante a capricho del gordito, que tendrá que estar bien asesorado, ya que ha conseguido crear de manera inteligente una tenaz red dentro, alrededor y fuera del club ché, comprando y maniobrando a su antojo todas aquellas personas y medios que podían hacerle daño, resguardándose las espaldas desde casi todos los flancos, en una maniobra casi estanca que le permite seguir donde está.
Con esto quiero decir que el principal culpable y responsable del triste y pésimo momento que atraviesa el club es el máximo accionista y actual dueño del VCF, el señor Juan Soler, y como tal, debe pagar por todo el daño ocasionado al mismo, que nadie dude o se arrugue al decirlo, escribirlo o pensarlo, lo pido por favor.
Mañana (bueno, hoy ya) puede ser un gran día, la primera piedra para un Valencia CF deSolerizado, sin ese maldito cáncer que tantos disgustos nos produce, una nueva era con un futuro prometedor o, por lo menos, ilusionante.
Tic-tac, tic-tac, comienza la cuenta atrás…
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