Jaque (casi mate) al líder anoche en Mestalla...
La táctica estratégica de Unai ganó en términos generales a la de Pep, esa fue la clave de estar a punto de vencer a este infranqueable Barça tiki-taka.
Los prolegómenos al partido ya auguraban un espectáculo futbolero de gran nivel, que posteriormente se consumó con uno de los choques más interesantes, eléctricos y equilibrados de la Liga.
Comenzó el Barça marcando primero, pero sin seguir la línea de sus últimos enfrentamientos, dominio y buen juego, que se materializaban en ocasiones y de éstas a gol. La ardiente afición ché enmudeció por momentos y la posibilidad que había de perder ante el intratable líder liguero asomaba crecientemente por los costados mestallenses. Pero lejos de la realidad, el Valencia se puso otra vez el mono de trabajo, dirigidos por un fantástico Emery, anulando el mediocampo culé, vital para el juego de Guardiola, y al borde del descanso consiguió contrarrestar ese 0-1 que tanto miedo y escepticismo generaba a los valencianistas. Gol de un renacido, reubicado y motivado Maduro, con error incluido de Valdés (cuyo feliz representante lo encumbra al nivel del mejor del mundo, San Íker), la cosa se ponía tensa, caliente, a nuestro favor, el Barça entró en coma durante un momento y cuando se celebraba el empate, Pablo Hernández, en un jugadón, colaba el 2º y la locura estallaba en las gradas, banquillo, bares, casas, coches... en todo rincón ché que siguiera la retransmisión del partido, dábamos la vuelta al marcador en un suspiro, Guardiola no se lo creía, Unai menos, y en ese momento regresaba a nuestras cabezas ese Valencia campeón de hace unos años, capaz de tutear a los grandes, hacer frente a los mejores, de superarles. Entrábamos al descanso con la sonrisa más grande de la temporada.
Tras tranquilizarnos del contagioso ambiente de celebración que se disparó en el campo, totalmente entendible, empezó el segundo tiempo de una manera hasta esperada por todos. Tocaba reforzar y juntar líneas, el tremendo desgaste físico de la primera parte iba a pasar factura tarde o temprano, el técnico valencianista cerró filas y decidió apostar por la defensa a ultranza del resultado positivo (pero corto) que milagrosamente habíamos conseguido, sufrir iba a formar parte de nuestra táctica hasta el final del partido, se les dejó campar a sus anchas, sin abandonar totalmente la opción de matar el partido en un contragolpe, pero ellos con soltura, sin la asfixiante, demoledora y casi perfecta presión del primer tiempo y por detrás del marcador, son peligrosísimos, además cuentan en sus filas con jugadores capaces de solucionar un partido individualmente (ya que colectivamente no estaban muy acertados, conseguimos desmoronar la perfecta armonía adiestrada por Pep a sus pupilos, aunque también es cierto que su centro del campo no era el de gala).
La afición se lo pasaba pipa viendo reflejado en el vídeomarcador ese 2-1 que tanto gustirrinín generaba, le ganábamos la partida al incuestionable líder, que seguía intentándolo, pero chocaba contra la diseñada pared emérica, y otras veces fallaba, se desesperaba cada vez más, a la vez que nosotros nos crecíamos exponencialmente, era extraño que no hubiesen conseguido empatar, pero era real y casi tangible la victoria, la acariciábamos... y justo en ese momento, cuando la grada festejaba la épica hazaña, error de César y gol de Henry, en una ocasión tonta, gol inesperado y empate agrio, difícil de encajar, un sentimiento de decepción y rabia corroía todo nuestro cuerpo, nos invadía la pena por nos conseguir derrotar al mejor equipo del momento, nos quedábamos a medias, nos quitaban el caramelo de la boca, se nos quedaba una cara de tonto... no pudo ser, pero estuvimos a punto.
Lo que a priori era un resultado positivo, satisfactorio y que me arriesgaría a decir que el 90% de los valencianistas firmábamos antes de comenzar a rodar el balón, se ha quedado en un empate suficiente, válido, insulso, pero sin llegar a convencer del todo. Un punto ante este Barça, aunque sea en casa, es un gran resultado, eso que ningún listillo de turno lo ponga en duda ahora, lo que pasa que las circunstancias y capítulos del partido han llevado a creer, lógicamente, demasiado en la victoria, y el chasco del postrero gol deja una rara sensación de vacío, pero de vacío nada. Hemos cuajado un grandísimo partido, planteado inteligentemente por nuestro pedazo de entrenador (sí, ese mismo que hace pocos meses cierta parte de la afición quería echar a la calle con su clásico y típico '¡Unai vete ya!', grandes entendedores de fútbol, vaya), sabiendo leer perfectamente el juego culé, con una táctica seria, eficiente y asfixiante, superior a la de Pep (sobre todo en la 1ª parte), el único pero quizás haya sido olvidarse tanto del juego ofensivo y dedicarnos casi todo el segundo tiempo a defender, pero como consecuencia también del bajón físico y mental, derrochado en los primeros 45 minutos del partido.
La suerte ha caído de nuestra parte, y el árbitro de la de ellos, si bien los 2 penaltis a Villa y Silva se pueden pitar o no, es decir, reglamento en mano son penaltis, pero en la práctica no siempre los pita el colegiado, es así. Una decisión del árbitro podía haber cambiado el rumbo del partido, a nuestro favor, pero por enésima vez nos dieron la espalda esta temporada, desde que Soriano replicó en público a Sánchez Arminio, es el tributo por semejante acción desafortunada, qué vergüenza de estamento arbitral, corrompido hasta la médula.
Esta vez, ya tocaba, el tridente jugón no brilló como últimamente, pero el dandy ché, y que se reivindicó con un partidazo, fue Pablo, protagonista de excepción, vital para la gran remontada. En la segunda parte tuvo una clara ocasión para finiquitar el encuentro con el 3-1, pero se falló, y el que perdona lo paga, con el amargo gol de Titi. La pareja de mediocentros estuvo bien, sin ofrecer nada que no esperásemos, pero pilar fundamental del ahogamiento culé, incapacitaron durante buena parte del choque a sus homónimos blaugranas, tarea dificultosa, y cumplieron más que suficientemente. El fallo de César se puede criticar, por supuesto, pero si valoramos el nivel demostrado desde que aterrizó en Valencia hasta ayer mismo, creo que la balanza se inclina hacia su lado claramente, no hay que hacer sangre de esto. La defensa muy bien, con algún que otro fallo, pero en una visión global rozó el notable, vuelve la necesaria solvencia defensiva poco a poco.
La derrota del Sevilla frente al Madrid (2-4) nos acerca aún más a la ansiada y cercana 3ª plaza, a 1 punto sólo, pero con un calendario terrorífico. Lo bueno es que el equipo, con bajas y lesiones de última hora, no perdió la compostura, siguió con su mejorada versión, y parece que le han cogido el tono a la cosa, va a costar mucho derrotarnos.
Vídeoresumen: VALENCIA 2-2 BARCELONA
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6 comentarios:
La verdad es que merecimos ganar.
Fue una pena. :(
Sí, tuvimos la victoria en la mano, pero es un valioso punto que nos acerca a la 3ª plaza.
Pero toda esta mejoría no servirá de nada si en este duro tramo final aflojamos el acelerador.
Este punto, casi son tres, les tiene que servir para seguir con la dinámica positiva de no perder y creer en sus posibilidades.
Se pueden sacar muchos aspectos positivos y cualidades de esta victoria que el equipo parecía tener olvidados o parecían incapaces de sacarlos cuando hacía falta. Presión, concentración en defensa, casta...
Hemos recuperado:
- solvencia defensiva
- presión equilibrada en conjunto
- olfato goleador
- la suerte está de cara
Nos quedamos con la miel en los labios, pero el equipo dió una buena sensación.
si sigue así el tercer puesto no se nos escapa.
Todavía está difícil, Sevilla y Villarreal pelearán hasta el final.
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