lunes, 6 de octubre de 2014

#LodeHoy Matrimoniados


El primer breve de la semana no podía estar sino orientado a la comunión afición-equipo, el motor para hacer de Mestalla feudo inexpugnable. Reminiscencia floreciente.

Los momentos previos que se vivieron en los aledaños del templo alcanzaron tasas cenitales de identificación y orgullo a unos colores, protagonizados por auténticos practicantes de la religión valencianista (aunque cuatro incívicos, los de siempre y que se filtran en toda afición, dieran la nota y mancillaran un recibimiento grandioso). Ese renacimiento es fruto del trabajo de una directiva volcada con el aficionado de a pie, por la etapa de mediocridad sufrida y consiguiente necesidad de querer creer y, cómo no, por la buena marcha del equipo, guarismos y sensaciones a pachas. Atmósfera respirable para recuperar sentimientos olvidados, conexionar filamentos sensoriales y grapar fisuras de un pasado que está empezando a difuminar el borrador nunista.

Y así, tras la etapa de cortejo de la temporada pasada, han vuelto a enamorarse el patrimonio de la entidad con los protagonistas de corto, fundiéndose en la ceremonia del respeto y la complicidad. La hinchada del Valencia, de las más exigentes a la par que agradecidas del panorama actual, es recompensada con el presente más primario; el compromiso por defender la zamarra blanquinegra. Ensartadas las alianzas, lo que lo deportivo ha unido, no lo separe lo social.

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