El hispano-brasileño, ex de Benfica y Real Madrid
Castilla, es de esos futbolistas tocados por una varita que no suelen dejar
indiferente a ningún aficionado al buen fútbol. Un seductor en potencia. Nadie
está en disposición de poner en tela de juicio su depurada técnica y talento
innato, palmarios a cada metro recorrido. Aunque haya llegado a préstamo una
temporada, cuando se ejecute la venta sus derechos económicos pasarían al
Valencia CF (según se interpreta en esta declaración de un portavoz
de Meriton Holdings), por lo que, al menos yo, entiendo que es un fichaje
de 30 millones de euros. Y así empiezo a valorarlo.
El internacional zurdo, ojito derecho de Nuno, está
jugando volcado a la derecha en el tridente atacante, donde aúna destellos con
cuentagotas y acciones desafortunadas y poco solidarias. Es capaz de
levantarte del sofá con un control antológico o un regate en una baldosa, y
desesperarte al desechar asociaciones útiles o malograr ocasiones. Anclado en
banda, a veces muy eremita, se siente preso, y apesadumbrado por la necesidad
de demostrar su valía y las altas expectativas puestas en él, se difumina en un
egocentrismo infrugífero para los intereses del colectivo. El de Río de Janeiro,
voluntarioso en su éxodo del área, lo sabe y le está pesando más de la cuenta en
este inicio.
A falta de ver cómo digiere el entrenador el alta de
Negredo, y ante posibles cambios tácticos que le favorezcan, a una
incorporación de tal nivel y precio le exijo más, bastante más del balance positivo-negativo
escrutado en las primeras parciales. Queremos al mejor '17', no a pródigo Moreno.
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